LOS VERDADEROS HIDALGO Y JUÁREZ

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DeFrente

“La historia la escriben los vencedores”, habría sentenciado Winston Churchill, uno de los más grandes políticos del siglo veinte, autor de célebres citas, Premio Nobel de Literatura y héroe de la Segunda Guerra Mundial.

En México, así ha sido. Por generaciones enteras, la educación en las escuelas ha estado plagada de visiones sesgadas sobre los hechos históricos, a conveniencia de la élite dominante que dispone de diversos recursos -entre ellos, la educación pública- para imponerse a través de los libros sobre la mayoría de la población.

De esta manera, personajes como el Padre de la Patria (hay quien juzga un exceso llamarlo así), el sacerdote católico Don Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga, y Benito Pablo Juárez García, el Benemérito de Las Américas, están registrados en la memoria histórica de los mexicanos como próceres sin mancha, mientras que Porfirio Díaz Mori es percibido como un sanguinario dictador sin escrúpulos.

Tal ha sido la tarea de los libros de historia nacional que en el sistema educativo llegan a los estudiantes en forma gratuita.

El cura de Dolores, Guanajuato, da nombre al estado que creó el 16 de enero de 1869 el entonces presidente Juárez, quien gobernó al país por once años.

Versiones menos institucionales sostienen de Miguel Hidalgo que carecía de una visión clara sobre lo que pretendía para la nueva nación, improvisaba casi en todo lo que hacía en el movimiento independentista, rivalizó enérgicamente con Ignacio Allende, miltar disciplinado, ordenado.

Hidalgo se ganó la voluntad del pueblo, por encima delos jefes insurgentes, con métodos poco ortodoxos como permitir la rapiña, el saqueo y en ocasiones hasta el asesinato. Este desorden se convirtió en el caos que devoró a los primeros caudillos: “nunca pude sobreponerme a la tempestad que había levantado”, reconoció el propio Hidalgo.

Juárez, el abogado que como Presidente decretó la creación del estado de Hidalgo, también tiene un lado siniestro que los libros no revelan: el gobierno liberal mexicano, representado por un partido político (PNR-PRM-PRI) iniciado por francmasones en 1928 se encargó de crear una historia oficial repleta de héroes mitológicos e inverosímiles, entre ellos Benito Juárez.

Entre las evidencias para la desmitificación de Juárez aparece que llegó ala cudad de Oaxaca huyendo por el extravío de una oveja propiedad del tío con el que trabajaba en su natal Guelatao, llega a la casa de Don Antonio Maza -su futuro suegro- en donde trabajaba como cocinera su hermana Josefa.

Luego va de mozo a la casa de un fraile que le da oportunidad de estudiar, la iglesia católica -a la que combatió ferozmente después bajo la influencia de los maestros francmasones del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, donde estudió abogacía- le ayudó a salir de la miseria y le educó (aprendió latín, comer en la mesa, usar cubiertos, vestir de traje).

Sus contemporáneos lo definen como una persona “cerrada”, de “inteligencia mediocre” y “no muy buen orador, no hablaba mucho ni reía; Juárez (como Porfirio Díaz) no demostró jamás estar orgulloso de su origen indígena, al contrario aparentemente se sentía avergonzado, pues casó a toda su descendencia con gente de orígenes caucásicos.

Se afirma que llegó a ser Presidente por un fraude electoral frente al que Díaz se levantó en armas, y se sostuvo por 11 años contraviniendo el precepto consttucional que marcaba 4 años por período; el oaxaqueño salía del país a Panamá, La Habana, Nueva Orléans sin permiso del congreso.

Se deshizo de sus enemigos políticos fuera de todo orden constitucional y -afirman- asesinó con toda impunidad; lo acusan de “entreguista” ante el gobierno de Estados Unidos, al que favoreció más de una vez, y le espetan que las ideas centrales de las Leyes de Reforma fueron fijadas por Valentín Gómez Farías, en tanto que Ignacio Comonfort y Sebastián Lerdo de Tejada fueron los verdaderos promulgadores de la separación Iglesia-Estado. 

Ambos personajes de la historia, vinculados de un modo o de otro al actual estado de Hidalgo, murieron en el mes de julio: Hidalgo el 30 de julio de 1811 y Juárez el 18 de julio de 1872.           

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