FINALMENTE, ELECCIONES EN AGOSTO.

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Se ha despejado la incógnita.

Es evidente que el coronavirus que generó la pandemia de COVI-19 llegó para quedarse, lo que significa un cambio importante en nuestra cotidianidad futura.

Ante la gradual reincorporación de las personas a una nueva normalidad, que incluye a su vez nuevos hábitos, las cosas van tomando su rumbo.

En ese contexto, habrá elecciones municipales en agosto de 2020 en Hidalgo. En cuestión de días, las instituciones involucradas en el proceso harán los anuncios correspondientes para reanudar las actividades que fueron suspendidas.

Una de las vertientes del proceso es que (como ha sido el caso de varios diputados locales) si entre los aspirantes a candidaturas hay funcionarios públicos o integrantes de los cabildos salientes, debieron separarse de los cargos en el término de sesenta días.

Falta ver quienes lo hacen con estricto apego a la ley y quienes utilizan artimañas para simular convenencieramente la separación o no del cargo según sople el viento.

Al momento algunas tendencias difundidas por encuestadoras serias, más allá de las cuentas alegres que podrían estar haciendo unos y otros, señalan que Morena obtendría vitorias en al menos dos terceras partes de las 84 municipalidades (entre 55 y 60).

El pronóstico es que la principal disputa por los municipios se está dando entre un PRI que mantiene en estado de máxima operación su experiencia político electoral y un Morena que descansa casi toda su expectativa en la inercia colectiva que, para algunos, se ha visto disminuida.

Los cierto es que, a pesar de la experiencia y capacidad de operación priístas, y a pesar del automático apoyo masivo que se sigue manifestando en el territorio como en las redes sociales -es decir, en la tierra y en el aire- hacia Morena, ambos llegan mermados a la contienda.

PAN y PRD, aliados en muchos casos, van a la caza de un electorado que no acaba de sentirse contento ni con unos ni con otros, cacharán lo que vaya saliendo de la pugna, que no será poco.

Escasa se prevé la cosecha para los partidos restantes, en particular para el PT y Movimiento Ciudadano, el Verde está esperanzado a algún campanazo; muy, muy limitado será el desempeño de los nuevos partidos locales.

De los 84 gobiernos municipales en juego, al menos Pachuca, Tulancingo, Tula, Huejutla e Ixmiquilpan resultan estratégicos tanto para el proyecto del PRI como para Morena, ambos apuntando hacia 2021, cuando tendrá lugar la mayor elección en la historia del país.

Hoy están a unas semanas de poder mostrarse como las dos fuerzas políticas dominantes en la entidad.

En Tula, el tercer municipio en importancia, Manuel Hernández Badillo (PAN-PRD), Octavio Magaña Soto (PVEM) y Ciro Reyes Moreno (PT) tienen un lugar garantizado en la boleta electoral de agosto 2020.

Los tres han crecido, aunque en proporciones diferentes; los dos primeros han desplegado sus oficios de operadores, todos los días suman.

En Morena, muy a pesar de que las figuras nuevas como Víctor Apodaca -quien parece ser el más aventajado en recientes simpatías- y José Alfredo Jiménez Ángeles -que crece discretamente en el ánimo pre electoral-, la gran carta parece seguir siendo Ricardo Baptista González.

Falta lo que diga la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) sobre el congelamiento por supuesto lavado de dinero de las cuentas bancarias del Grupo Universidad, al que pertenece Baptista González, quien por cuenta propia ha emprendido una especie de incidentada campaña mediática presencial hasta ahora con mínimos dividendos.

En el PRI de Tula, por su parte, si el secretario municipal Alejandro Álvarez Cerón -la carta del presidente saliente- se separó del cargo, está en la terna finalista con Eduardo Cardoza Hernández y Noé Paredes Meza.

Si se mantiene como número dos en el ayuntamiento, que no en el gobierno municipal -eso es un hecho-, el médico habrá dejado sin candidato a la vieja clase tricolor y su partido apenas tendrá dos opciones provenientes del bloque “rebelde”, Cardoza y Paredes.

En la historia de uno y de otro están registrados episodios en los que el PRI les ha cerrado espacios, les ha marginado, han tenido que buscar por otras rutas sus propios mecanismos desiguales de superviviencia y hoy se disputan una oportunidad que se parece más a la rifa del tigre.

Como quiera que sea, para las elecciones municipales de agosto 2020 en Hidalgo, será difícil que gane un candidato que no disponga de habilidades para crear alianzas y para administrar recursos desde la campaña.

Pero, sobre todo, ganará quien disponga de una base social organizada, que se identifique con las aspiraciones de la gente, que pueda superar el cansancio colectivo.

A muchos de ellos todavía les dará tiempo de aprender cosas elementales de la política que no pasan de moda, como aprender a hablar bien.

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