Hidalgo: La Universidad debe ser de todos

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¿Hay una crisis en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH)? Sí y tiene diversas facetas.

Este lunes 25 de septiembre por la tarde continuará la suma de expresiones estudiantiles a la causa universitaria que, de ninguna manera, es un hecho aislado.  

Las desestimadas manifestaciones de estudiantes del Instituto de Artes (IDA) en demanda de la remoción de su directora, María Teresa Paulin Ríos, a quien señalan de faltas como propiciar el acoso, es apenas la punta de una larga hebra que nace con la apropiación de la casa de estudios por parte de un grupo específico de interés que se apertrechó en ella para enriquecerse, ejercer presión sobre los gobernadores y alcanzar posiciones políticas.

Posiblemente se trata del fin de la era Sosa, la que los hermanos Gerardo, Damián y Agustín han protagonizado en ese contexto de choque, desafío y conveniente operación de la comunidad universitaria.

El rector Octavio Castillo Acosta ha salido a advertir que endurecerá la postura y a lamentar la injerencia de actores y partidos políticos en la Universidad, como si no fuera eso precisamente lo que la ha convertido en instrumento de negociación.

Una evidente falta de tacto político y de sentido social el que exhibió la rectoría al reprimir la manifestación estudiantil a la que se han sumado otros institutos de la propia UAEH, otras universidades del entorno, y que coincide con la movilización de los normalistas en otro punto geográfico y en otro frente de atención.

El gobernador de Hidalgo Julio Menchaca Salazar tiene ahora frente a sí otra oportunidad histórica, luego de convertirse en el primer mandatario de la alternancia e imprimir un sello claro de transformación de la entidad: abrir todos los espacios posibles para una renovación pacífica de la Universidad estatal, de la que es egresado, y que solo ha sido autónoma cuando les ha convenido a los Sosa.

Los propios jóvenes estudiantes inconformes y afectados pidieron la intervención del gobernador para mediar y la sociedad hidalguense ha visto con muy buenos ojos tanto la petición estudiantil como la respuesta institucional de Palacio de Gobierno.

Cualquier recurso extremo al que apelen todos los integrantes del llamado “Clan Sosa” en cualquiera de los campus de la universidad tendrá consecuencias muy graves en contra de los dueños de la Casa de Estudios.

Porque, si bien Gerardo ha podido salir más o menos bien librado hasta el momento de los embates dirigidos en su contra desde otras esferas (el bloqueo de cuentas, el encarcelamiento y las acusaciones persistentes), lo cierto es que antes no se había registrado la combinación de factores que hoy les abren la puerta para salirse por las buenas, a todos ellos.

Hoy es la sociedad misma la que avala la intervención del ejecutivo y, por otra parte, existe un riesgo muy alto de contaminar el ambiente social y de gobernabilidad su se trastoca el legítimo interés de los estudiantes al demandar autoridades educativas limpias.

El tema de la UAEH debe obligar, además, a una revisión minuciosa de todas las instituciones de nivel superior de todos los subsistemas que operan en la entidad, en donde la falta de relevos en los mandos superiores es un extraño indicador en plena transformación del sistema político e institucional del estado.

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