¿Se puede salvar a la sociedad o ya equis?

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A la sociedad humana, multiplicada a lo largo de los años por todo el mundo, le llevó siglos alcanzar su actual condición, las características que la definen.

Las sociedades nacionales, por su parte, han seguido su propio camino particular cada una, hasta alcanzar la forma que hoy tienen.

La sociedad mexicana comparte con las de todo el mundo ciertos rasgos y mantiene otros que le son muy particulares, que la definen y la distinguen en la historia y en el hoy de la realidad global.

Somos grupos de hombres y mujeres que venimos arrastrando el trauma de la negación ante la conquista y sus trescientos años de imposiciones.

Rechazamos nuestros orígenes, nos resistimos a la dominación, nos frustra el escaso progreso social, pero nos anima la esperanza de que se puede construir un mejor entorno.

La firmeza social de la población mexicana se asienta en los valores del ser humano, la familia, la comunidad, la sociedad. Valores.

Somos una sociedad sensible, humanitaria, solidaria, que se ha visto empañada.

Transitamos entre esas dos vertientes: la del dolor por la frustración y la de la esperanza por un futuro luminoso.

A veces entre esos dos polos hemos quedado inmóviles, paralizados en la historia; y a veces, como ahora, hemos caído en el vicio, en la perdición, en el sinsentido personal y colectivo.

De esa forma es que los actos atroces que ponen en peligro la vida misma desde su origen hasta su plenitud se han instalado en el sitio principal de nuestras vidas cotidianas y así están marcando nuestro paso a la historia.

Por eso la cuestión central hoy es si la persona, el individuo humano, hombre o mujer, tiene alguna forma de recuperar su escencia y enderezar el camino hacia el bien, hacia el amor, hacia el equilibrio.

Se sabe que nada, ni lo bueno ni lo malo, es para siempre. De ahí que vendrá -no sabemos si pronto o si tarde- una nueva etapa en la vida de la humanidad. Pero esa vida, hoy saturada de mensajes en el universo virtual, está amenazada.

En esas condiciones, ¿podríamos volver a los juegos infantiles inocentes y tranquilos en la calle? ¿podríamos regresar a las relaciones sanas, limpias, desinteresadas entre las personas? ¿podemos volver a crear parejas bien intencionadas dispuestas a apoyarse para cumplir proyectos de vida sin la sombra de la traición y de la muerte?

Si por alguna razón o sin razón esta tendencia hacia el vacío, hacia la nada, hacia la muerte dolorosa, no tuviera reversa, si es el destino irremediable, ¿qué hacer para que la vida diaria pese menos? ¿cómo alimentar el optimismo hoy?

Leo con atención sus comentarios, reflexiones y respuestas.

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