Mexicanos hasta la madre

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El mexicano actual vive hasta la madre (para decirlo en mexicano, como debe ser) de ver y padecer con frecuencia casos de abusos e impunidad en las altas esferas del poder, unas documentadas y otras no. El repudio a estos actos que hieren al país se ha heredado por generaciones y, entre otras acciones, el triunfo electoral del Presidente Andrés Manuel López Obrador -que habría representado una histórica alternativa- en las pasadas elecciones, ha sido respuesta a ese hartazgo, independientemente de la simpatía de la gente con el mandatario.

Si ya de por sí es común vivir en ese estado, súmele usted la presión y el estrés al que hemos estado sometidos en medio de una pandemia que, además de la histórica crisis sanitaria, ha dejado a millones sin dinero, sin empleo, y en muchos casos, con fracturas al interior de las casas y las familias, con matrimonios destruidos, lo que pareciera ser lo más grave de frente a la “nueva normalidad”.

En Estados Unidos se desataron hace más de 10 días intensas protestas por la muerte de George Floyd, un hombre de raza negra asesinado por un policía en Minneapolis, en tanto que en México, en Guadalajara, se presentaron actos violentos como protesta por la muerte de Giovanni López, detenido por policías de Ixtlahuacán de Membrillos, al parecer por no usar cubrebocas en la vía pública, según se dijo, aunque después la autoridad local aclaró que más bien lo detuvieron por “mostrarse agresivo”. El final fue el mismo.

Los dos actos en particular lastiman las fibras más sensibles de sociedades de por sí heridas y sirven como detonante para manifestar el descontento, no solo por la forma de conducirse de los gobiernos con respecto al tema del racismo o el abuso de poder, sino para manifestar el repudio por todo lo demás, en paquete.

En el estado de Hidalgo y particularmente en el sur, hemos sido testigos de recientes manifestaciones por parte de trabajadores del sector salud, músicos, artesanos, comerciantes, quienes expresan su preocupación y, en su caso, descontento por las condiciones en las que desarrollan o no sus actividades productivas en días de contingencia.

Anteponiendo siempre las condiciones que garanticen las mejores condiciones de salud para todos, estamos a tiempo justo ahora de que se generen acciones sociales y políticas más intensas para evitar el descontrol, entendiendo esta iniciativa como parte esencial de la autoridad pero, más aún, como un llamado para que desde la trinchera ciudadana se privilegie la civilidad, el diálogo, y los acuerdos. Vayamos a la normalidad, en paz, como aquí casi siempre ha sido.

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