Han pasado 26 años desde una de las fechas más trágicas en la historia reciente de Hidalgo. El 6 de octubre de 1999, intensas lluvias provocaron el desbordamiento de la Laguna de Metztitlán y severas inundaciones en Tulancingo y la región serrana, dejando miles de damnificados y daños incalculables.
De acuerdo con registros del Servicio Meteorológico Nacional, durante aquellos días se acumularon más de 309 milímetros de lluvia en Tulancingo, una cifra extraordinaria que colapsó drenajes, ríos y presas. Solo el 6 de octubre cayeron otros 79.3 milímetros, lo que derivó en que el agua alcanzara hasta 1.5 metros de altura en varias colonias urbanas.
La tragedia se extendió rápidamente: la presa La Esperanza liberó más de 300 metros cúbicos por segundo durante más de 12 horas, según informes de La Jornada (1999). En la zona de La Vega de Metztitlán, las aguas de la laguna rebasaron sus márgenes naturales, arrasando casas, escuelas, corrales y cultivos. Desde Hualula hasta Venados, comunidades completas quedaron incomunicadas.
El recuento oficial fue devastador: más de 12 mil viviendas dañadas, 46 localidades afectadas, 26 incomunicadas y al menos 10 completamente anegadas. Se perdieron más de 5,300 hectáreas agrícolas, según datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
Hoy, la Laguna de Metztitlán luce majestuosa y tranquila, pero su historia recuerda el poder de la naturaleza y la fragilidad de nuestras comunidades ante los fenómenos climáticos. Las recientes lluvias de 2025, las más intensas en 80 años, reavivan la memoria de aquella tragedia que marcó a Hidalgo para siempre.