El nuevo gobierno de Tula: se acaba la luna de miel

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Se han cumplido las primeras dos semanas de la administración municipal emergente que encabeza Mario Francisco Guzmán Badillo.

Bajo un entorno de presiones sociales y políticas, dentro de un marco financiero muy limitado, el nuevo alcalde se ha concretado a cubrir el espacio. Lo básico, lo mínimo.

Atento con la población y con los periodistas, ha salido a mostrar que en Tula hay presidente. Pero nada más.

En menos de veinticuatro horas integró una primera línea de seis funcionarios varones sin experiencia alguna que entraron al relevo, para lo cual tuvo que echar mano de sus compañeros de logia y habilitarlos como servidores públicos.

Rescató a uno, quien mostró muy deficientes resultados al frente de una de las áreas estratégicas de la administración, y le puso en la mano una bomba de tiempo. Veremos.

Por cierto, hace unas semanas la organización liberal despertó una ácida polémica en redes sociales al publicar una inusual convocatoria para que las personas interesadas en pertenecer a la masonería se comunicaran “in box”; fue una verdadera tormenta, pues -a pesar de la escasez y de la crisis en la membresía- esos ritos suelen mantenerse en la discreción y le llovieron críticas a la fraternidad.

Encabezó la entrega de la glosa del tercer informe de gobierno a una asamblea integrada por personas de muy escaso entendimiento de las cosas públicas que no han sido capaces de cumplir la ley en lo que se refiere a la entrega de sus propios informes de actividades. 

Esta omisión, tanto al no haber entregado informes dentro del término fijado por la ley, que fue el 31 de agosto, como el no haber difundido esa información, que es pública, a la sociedad, los pone en situación de infractores, por lo que merecen ser exhibidos y sancionados.

Participó en las conmemoraciones por los dos años de la tragedia que ha sido y sigue siendo para Tula la inundación deliberada. Dijo que buscará a Zoé Robledo para pedir que el IMSS de Tula sea habilitado. Bien.

Francisco Guzmán tiene una semana para disfrutar de la nube rosa que ha sido su asunción como alcalde en funciones.

Protagonizará las ceremonias propias de las Fiestas Patrias (la Gesta de los Niños Héroes, el Grito de Independencia y el Desfile de Independencia); ya dispuso la colocación de adornos luminosos en algunos puntos, participó en la aprobación de la Asamblea sobre los gastos para artistas y juegos pirotécnicos. Bien.

Pero el 17 de septiembre habrá terminado el romance, y ya hay algunas señales claras de lo que se viene en Tula.

El presidente enfrenta la crítica situación prácticamente en solitario, no hay un grupo social ni político de ningún tamaño que lo respalde.

Aunque los integrantes de su improvisado equipo pudieran serle absolutamente fieles, no son un grupo político ni gozan de presencia social, mucho menos de operatividad para afrontar incidentes de cualquier naturaleza, están a merced de las fuerzas que juegan cada una para su provecho.

El denominado Frente Cívico de Tula y las organizaciones civiles agrupadas en él, lejos de arropar al nuevo alcalde, le han exigido.

Los unos se sintieron porque no tomó en cuenta de principio a ninguno de sus liderazgos visibles, los otros están a la espera de una acción contundente que les satisfaga su sed de justicia.

Al interior de la administración hay una importante fuerza de trabajo compuesta por personas sindicalizadas, la mayoría de las cuales son herencia que vienen arrastrando las administraciones anteriores, y por funcionarios públicos de toda confianza del presidente anterior, ahora investigado y con prisión preventiva, que se niegan rotundamente a renunciar.

Esta fuerza será una auténtica piedra en el zapato, pues puede generar demandas laborales y posibles laudos en contra del gobierno municipal, que podrían convertirse en la primera consecuencia del alcalde que fungirá apenas unos meses en el cargo.

Los actos de inauguración de obras que inició el depuesto alcalde no han sido del todo bien vistos por la gente de Tula; si bien reconocen la entrega de las obras terminadas, prevalece la percepción de que están mal hechas, tardaron mucho en realizarse y guardan secretos oscuros en los procesos para su realización.

Diseminado en las comunidades del municipio hay un discreto pero genuino y compacto “movimiento badillista” que ya levantó la voz para exigir reconocimiento a su líder en desgracia por las gestiones, los avances y resultados que, según ellos, hoy tienen en un buen lugar al municipio. Enfrentarlos o ignorarlos va a tener un costo. Ese movimiento está dispuesto a manifestarse ya  actuar directa o indirectamente.

Convertido ya en “el gran solitario de Palacio”, Paco Guzmán tiene el tiempo contado para mostrar tamaños en sus decisiones y en sus acciones y eso tendrá que ocurrir en la segunda mitad de octubre:

El proceso político electoral de 2024 ya comenzó y los grupos de poder están ocupados en alcanzar candidaturas, lo que genera un peligroso vacío de facto, en el que cobran mayor impulso el infierno ambiental, los riesgos de siniestros, las amenazas a la salud pública, el incremento de las acciones delictivas, como ya está visto. 

La difusión de las actividades institucionales a través de los medios de comunicación inició con el pie izquierdo, por una seria contradicción. Mientras en lo personal el trato del presidente es de amabilidad y apertura (cosa que gusta a los líderes de opinión pero que no deja de despertar críticas en voz baja entre quienes le sonríen y le saludan; así son),  por la inexperiencia del presidente, por el otro lado la emisión de boletines informativos exhibe una vergonzosa incapacidad para articular correctamente un texto en el español más elemental. Mal.

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