Oscar Arriaga Márquez, Refaccionaria Arma
Incontables historias se tejieron, llenas de sentimientos, en torno a la desgracia que llenó a Tula de horror, de angustia, de impotencia, el 6 de septiembre de 2021.
Muy cerca de donde morirían esa noche 17 personas internadas en el área de urgencias y de hospitalización en la clínica del IMSS, Oscar no podía creer lo que sus ojos miraban.
En instantes, el esfuerzo que comenzó un 4 abril de 1994, cuando él tenía apenas 23 años de edad, el negocio de refacciones para el que tuvo que trabajar siete días a la semana los trescientos sesenta y cinco días del año y trasladarse a diario a Tlahuelilpan, donde vivía… estaba ahí, inundado hasta el techo, como la mayoría de los establecimientos y hogares de la Avenida Leandro Valle, en el centro de Tula.
Para el año 2003, toda esa carrera de entrega absoluta a la refaccionaria, junto con su esposa Tere -con quien ha procreado tres hijos-, les dio la oportunidad de abrir una primera sucursal en Jalpa. Precisamente la inundación le obligó a cerrarla.
Una segunda sucursal fue abierta en 2009 y hasta nuestros días sigue en operaciones en la carretera Tula-Refinería, y una más en Tultengo, previendo y temiendo que vuelva a suceder una desgracia en el centro de la ciudad de Tula.
Un año ha pasado desde la noche negra de la inundación. Oscar trabaja sin descanso para recuperar la estabilidad de su negocio, es agradecido con su familia y con los clientes o amigos que jamás le dejaron solo.
Pero el dolor sigue presente, no solo por las pérdidas materiales cuantiosas, sino porque el corazón tiene una profunda cicatriz, la que deja la impotencia y la rabia, de saber que alguien tomó la decisión de abrir la compuerta y dirigir las aguas al centro de Tula.
Es la historia de un héroe de verdad, Óscar Arriaga Márquez, a quien su familia -su esposa, sus tres hijos- quiere rendirle honores por su fortaleza y su capacidad de superar las adversidades.