Tula tendrá en 2026 una nueva era. La apuesta por tecnología aplicada a la seguridad no
es menor ni superficial: representa una inversión sin precedentes que puede marcar un
antes y un después en la forma en que se previene, se atiende y se responde ante el
delito. Cámaras de videovigilancia, sistemas inteligentes y control del tránsito no son un
lujo; son herramientas necesarias para una ciudad que crece y se mueve más rápido.
La tecnología será de gran ayuda porque permite ver lo que antes no se veía, reaccionar
con mayor rapidez y coordinar esfuerzos. De acuerdo con lineamientos y experiencias
impulsadas desde la Secretaría de Seguridad tulense, los sistemas de monitoreo
fortalecen los tiempos de respuesta y la capacidad operativa cuando se usan de manera
correcta y coordinada. En ese sentido, el rumbo es el adecuado.
Pero el verdadero valor de esta inversión dependerá de algo clave: la coordinación real
entre corporaciones de los tres niveles de gobierno. La seguridad no se construye en
islas. Cámaras municipales, policías estatales y fuerzas federales deben operar como un
solo sistema, compartir información y actuar con claridad. Cuando esa coordinación
existe, la tecnología se convierte en una aliada poderosa; cuando no, se vuelve un
recurso subutilizado.
También hay un llamado necesario y directo: cuidar lo que es del pueblo. Las
patrullas, las armas, los equipos y la tecnología pertenecen a la ciudadanía. Es común
ver unidades descompuestas o fuera de servicio, y eso no puede normalizarse; es
responsabilidad de cada elemento. Mantener en buen estado los recursos de seguridad
no es un favor, es una responsabilidad. Cada patrulla detenida es una calle menos
vigilada.

Al mismo tiempo, no se puede exigir sin cumplir. Para que la tecnología funcione, los
policías deben contar con derechos garantizados: uniformes dignos, armas en buen
estado, capacitación constante y salarios justos. Un elemento que se siente respaldado
cuida mejor su equipo, su trabajo y a la ciudadanía. La seguridad también se construye
desde la dignidad laboral.
La tecnología, bien usada, sí hará más segura a la ciudad. No lo resolverá todo por sí
sola, pero es una base sólida. Si se acompaña de coordinación institucional, cuidado del
equipamiento y respeto a quienes están en la primera línea, Tula no solo avanzará en
seguridad: dará un paso firme hacia una ciudad más ordenada, más protegida y
más confiable para todos. El esfuerzo que impulsa la administración que encabeza el
alcalde Cristhian Martínez no tiene precedente; será una tarea colectiva que incluye a
todos los sectores de la población para que funcione con eficiencia.

















