Rumbo a 2026, las y los jóvenes de Tula de Allende colocan el espacio público como
uno de los temas centrales para mejorar su calidad de vida y fortalecer la convivencia
social. Parques, plazas y unidades deportivas son vistos no solo como lugares de
recreación, sino como espacios que influyen directamente en la seguridad, la salud y el
desarrollo comunitario.
Existe una alta expectativa en torno a la remodelación de la Unidad Deportiva de
Tula, que para muchos jóvenes representa la posibilidad de retomar el deporte y la
convivencia en condiciones dignas. “La Unidad Deportiva es un espacio que muchos
usamos desde niños; si la remodelan bien, puede convertirse otra vez en un punto de
encuentro para jóvenes y familias”, señaló Giovani Tapia, vecino de Tula, quien
considera que el deporte es una de las mejores herramientas para reconstruir el tejido
social.
En el ámbito cultural, jóvenes universitarios expresan la necesidad de contar con más
espacios para la formación y expresión artística. “Tula tiene talento, pero hacen falta
foros, talleres y actividades permanentes donde los jóvenes podamos desarrollarnos en
la cultura y no solo en eventos aislados”, comentó Carolina Sánchez Sanabria,
estudiante universitaria, quien ve en el espacio público una oportunidad para impulsar el
arte y la creatividad local.


Otra demanda recurrente es la realización de más y mejores festivales que reactiven la
vida social del municipio. “Cuando hay festivales la ciudad se siente viva, la gente sale,
convive y se apropia de los espacios. Necesitamos más eventos bien organizados, no
solo en fechas especiales”, expresó Soledad Hernández, también vecina de Tula.
A estas expectativas se suma la apertura del Parque Quetzalcóatl, proyecto que
jóvenes y familias observan como una alternativa para la recreación, la cultura y la
convivencia. No obstante, coinciden en que cualquier espacio público debe ir
acompañado de seguridad, mantenimiento y programación constante para que
realmente cumpla su función social.

Las voces juveniles apuntan a una Tula más activa, incluyente y participativa, donde
el espacio público sea un motor de bienestar y desarrollo. De cara a 2026, el reto será

transformar estas expectativas en proyectos vivos que respondan a las necesidades
reales de la comunidad.

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