Elizabeth Marín, talento y servicio.

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2023 cierra con una gala artística: la presentación del clásico navideño “El Cascanueces” en el magnífico escenario del Auditorio del Cooperativismo de Ciudad Cruz Azul. Las protagonistas: alumnas del taller de danza clásica que ha dirigido la bailarina profesional Elizabeth Marín Villarreal, en el Centro Cultural de la Antigua Estación del Ferrocarril de Tula.

Conversamos en exclusiva para AVSI Comunicación con la instructora de este grupo de excelencia, que cierra este ciclo y abre de inmediato el siguiente, con un gran espíritu al servicio del arte.

“Después de un tiempo como bailarina en el Ballet Folklorico de México de Amalia Hernández, presentándome en escenarios como el Palacio de Bellas Artes y el Castillo de Chapultepec, acompañada de la Orquesta Sinfónica Nacional, un 18 de Marzo fue nuestra última función en el recinto cuando se declaró la pandemia”, nos comparte.

“Se detuvieron todas las actividades y cerraron todos los espacios artísticos y culturales, ese momento me hizo regresar a mi casa en Tula y continuar con ensayos en línea, siempre con la esperanza de un pronto regreso a los escenarios, pero sin ninguna fecha certera”, comenta.

“Así transcurrieron unos meses sin que el regreso se viera siquiera posible en un futuro próximo. Mientras tanto, en Tula algunas de mis ex alumnas me buscaron con la urgencia (como todo buen bailarín) de seguir entrenando a pesar de la pandemia, así que el comedor de mi casa se convirtió en un salón de ballet.

“Con una barra y un pedazo de linóleo empecé a dar clases a unas cuantas alumnas un par de horas al día; algún tiempo después recibo la invitación por parte de la Dirección Municipal de Cultura para abrir un grupo de ballet con modalidad en línea a unas cuantas niñas, y me basto un par de clases para darme cuenta que la danza (como muchas otras profesiones) era imposible enseñarlas a través de una pantalla.

“Necesitaba tocar los cuerpos, despertar los músculos por medio del tacto, corregir, moldear cual escultor a un pedazo de arcilla… por lo que solicité al subdirector de cultura que me permitiera abrir el taller de manera presencial, con todas las medidas necesarias y con pocos alumnos.

“Así fue. Poco a poco se fue corriendo la voz y fueron llegando más y más niñas, de un grupo pasamos a ser dos, después cuatro y ahora seis; pero a la par, y poco a poco, los recintos culturales a nivel nacional volvieron a abrir sus puertas y se me solicitó regresar a los ensayos presenciales a la escuela del Ballet Folklórico en la Ciudad de México, para a su vez, volver a los escenarios.

“Lo compartí con mis alumnas, con las mamás y todas con miedo a que sus niñas ya no tuvieran donde seguir entrenando, me pidieron que me quedara, ¿cómo iba a hacer eso, si la vida de un bailarín está en los escenarios, y yo bailaba en el mejor de todos? Pero al mismo tiempo me vi en todas esas niñas y recordé que cuando yo tenía su edad no tuve las posibilidades de hacer ballet por muchas circunstancias, así que con lágrimas en los ojos, les escribí a mis maestros del Ballet Folklórico para informarles que ya no iba a volver. Me desearon lo mejor.

Así le puse fin a uno de los capítulos más enriquecedores de mi carrera, renuncié a los escenarios y me di cuenta que mi vida de bailarina había terminado para darle paso a mi vida de maestra, me dediqué de lleno a mis alumnos y a mis clases.

“Soy de los que creen que los sueños no tienen fecha de caducidad, así que me aventuré a abrir un grupo de ballet para adultos y fue todo un éxito; llegaban personas de 30, 40, 50 años, contándome que su sueño siempre fue hacer ballet pero por circunstancias distintas nunca habían podido vivir la experiencia.

“Así es como ahora somos un ejército de ballet conformado por seis grupos, alrededor de 70 bailarines que comprenden de los 3 hasta los 40 años. Tenemos una lista de espera bastante larga, de niñas y niños que quieren tomar clases de ballet pero desafortunadamente el espacio no nos es suficiente para admitirlos a todos.

-¿Qué sigue, Elizabeth?

-Lo que sigue en este proyecto es un espacio propio, grande para que quepan todos los niños y niñas que quieran ser parte de este sueño y de este ejército de bailarines, con la infraestructura adecuada para el desarrollo de esta disciplina, donde sin temor a equivocarme, formaremos la siguiente generación de artistas y bailarinas, que a su vez, algún día formarán las que siguen.

Así vive este momento su vida de talento y servicio la mujer que hoy es un referente en la evolución de las personas, hombres y mujeres de todas las edades, deseosos de sentir en sus vidas la experiencia de expresar su espíritu artísticamente a través del cuerpo en La Ciudad de Los Atlantes.

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