Res, cerdo y pollo.
La ciudad de Tula no solo ha sido la gran capital de la cultura tolteca en el mundo precolombino.
Ha sido la gran sede de una larga tradición católica alrededor de su mística catedral de San José y su antiguo seminario Guadalupano, hoy convertido en Casa de Formación.
Ha sido y es asiento de una pujante actividad industrial cementera, energética y turística.
Escenario también de un desarrollo constante en el sector comercial, desde mucho antes de la llegada de las grandes cadenas nacionales o trasnacionales.
Te presentamos, dentro de los diez grandes clásicos del comercio en Tula, las carnicerías más populares.
Si recuerdas alguna más, compártenos y enriquezcamos juntos esta experiencia.
En los años sesenta del siglo pasado, cuando el movimiento comercial en Tula iba poco a poco en ascenso, llegaron los primeros tablajeros.
La carne llegaba a La Ciudad de Los Atlantes ya en canal, procedente de rastros particulares ubicados en lugares como Jilotepec, Estado de México.
Algunos animales eran sacrificados en ranchos de las comunidades de Tula y la carne era traída para su venta.
En 1970, aproximadamente, comenzó a funcionar el rastro municipal en sus primeras instalaciones, ubicadas frente al actual tianguis de Tula, donde hoy funciona a Unidad Básica de Rehabilitación (UBR), del DIF Municipal.
El rastro de Tula tenía matanceros de gran reconocimiento, por su valor y su fuerza.
Entre los primeros carniceros recordamos a Chayo, Toño, Leobardo y Joel Alcántara, de la carnicería «La HUasteca» en el mercado municipal.
También a Don David Nares, patriarca de una valiosa familia de trabajo que continuaron sus hijos Alfredo, Horacio, Roberto, Jesús y Héctor.
Don Juan Cid, que heredaría la tradición a sus hijos Adolfo, Ezequiel, Jaime y Rafael.
Don Ramón Pérez, que también fue semilla de un puñado de trabajadores hermanos en el mismo oficio.
José Escoto dio sus primeros pasos también en aquellos entonces, junto con Jesús Jiménez Mojica, Don Chuy.
Los hermanos Saavedra tienen una larga historia entre los carniceros, hoy el legado de Don José Juan se llama «Campo Bravo».
El sacrificio y venta de pollo tuvo a sus pioneros en la Familia de Don Porfirio y Don Herculano Ordaz, cuyas siguientes generaciones han honrado el nombre al ser una de las marcas más reconocidas en el ramo.
¡Qué tiempos!
Eran también los años de los primeros vendedores de frutas y verduras: Leobardo y Pepe Castillo, Guadalupe y Sergio Camacho.
Tiempos de los primeros aseadores de calzado en Tula, Silvestre López “El Chis”, Don Lucio y “El Chelino”.