Por: Fernando Ávila Báez
En la disputa electoral por la dirigencia sindical en la sección XV del SNTE, con sede en Hidalgo, pujan dos fuerzas disparejas.
La planilla naranja dispone de todos los recursos habidos para organizar y desahogar sus actividades de campaña, frente a una contendiente planilla blanca basada en sus convicciones de exigir transparencia y denunciar irregularidades.
La planilla blanca se integró con perfiles nuevos, en tanto que a la planilla naranja le «acomodaron» nada más 45 repetidores, representantes que hoy tienen cartera en la mesa directiva y que van por otra -o la misma- en la que aspira a ganar el proceso.
Ya se sabe que en cuestiones políticas una cosa es lo que se ve y otra cosa es lo que hay detrás. Nada nuevo.
Poner al descubierto precisamente lo que no se percibe a simple vista, parece ser la gran misión de las nuevas democracias en el mundo.
Esa ha sido la premisa de La Cuarta Trasformación, el movimiento que desde el gobierno encabeza y promueve el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Claro, se requirió de una adecuación del marco normativo para ejecutar las acciones transformadoras y hacer posible una efectiva operación política, como es obvio, que alcanza hoy presencia en todas las esferas de participación democrática, entre ellas lo sindicatos.
Electricistas y petroleros pasaron sus pruebas, no así telefonistas ni ferrocarrileros. Los mineros también están pendientes.
Es el turno de los trabajadores de la educación.
Una Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) sin variaciones en sus posturas radicales de combate, que más bien se antoja contra la educación.
Un Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que pasa por difíciles momentos de transición democrática, entre las viejas costumbres de su propia versión del antiguo régimen y un impulso cada vez más creciente de nuevas expresiones.
Cada vez es mayor la exigencia de aplicar entre los trabajadores de la educación la reforma laboral que reconoce el derecho de libertad sindical, de libre sindicación y se establecen procedimientos de elección de directivos y secciones sindicales mediante el voto personal, directo, libre y secreto.
Así ha sido en las recientes elecciones para renovar al menos 17 secciones sindicales, aunque no en todos los casos el resultado haya favorecido al proyecto denominado “institucional” de la organización que lidera Alfonso Cepeda Salas.
En la Sección XV del SNTE, en Hidalgo, que encabeza Luis Enrique Morales Acosta, el acento dentro y fuera del proceso está en los contendientes, que de cuatro en los hechos se ha reducido a dos.
Y en los procedimientos.
Crece la oposición, crece la inconformidad, crece el activismo para fortalecer la alternativa blanca frente a la opción naranja hasta el escenario de un posible relevo histórico, que no vendría a ser ninguna sorpresa, considerando las condiciones actuales.
Crece la crítica ante las formas y mecanismos utilizados para requerir información que se utiliza para “operar” los votos con supuestas presiones, chantajes, y que pone en juego beneficios, prestaciones de los agremiados, si no se acoplan a modo.
El viernes 15 de julio es el día de las votaciones. Falta poco para conocer el desenlace de este proceso que tiene mucho que ver con el sindicalismo actual y que tiene una inevitable fragancia a 2024.