Aquellos abriles no se parecen a este.

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Abril ya no es el de antes. En el estado mexicano de Hidalgo, ubicado al centro del país como parte del gran Valle de México, durante un largo trecho de su historia contemporánea, el día 1 de abril representaba la ocasión para mostrar la fuerza que en su momento ostentaban frente a la sociedad o sobre ella los gobernadores del estado.

La fecha estaba en el calendario oficial como la toma de posesión de los mandatarios estatales y como el informe anual que rendían ante el congreso local y ante la población en general sobre el estado de la administración pública.

Emulando los rituales de la capital, asiento de todos los poderes y concentración de las grandes decisiones, por siglos, en las entidades federadas, como es el caso de Hidalgo, por supuesto, los gobernadores se hacían su “Día D”.

Reproducían fielmente, a la escala local, los gestos, los discursos, las salutaciones y los banquetes presidenciales, en algunos casos – especialmente en las tomas de posesión- solía acudir el propio ejecutivo federal; y siempre enviaba a un representante.

Lo más relevante de aquellos abriles, como los días 1 de septiembre cada año en el congreso federal y en Palacio Nacional o en la residencia oficial de Los Pinos, eran las señales. Una lectura minuciosa de los signos del poder enviaba datos a los analistas sobre lo que se podía esperar en los tiempos inmediatos o remotos.

En particular, solían leerse las señales sobre la sucesión: ¿quién podrías ser el candidato? Pues, una vez postulado, era cuestión de tiempo, el trámite de una campaña, y seis años de miel sobre hojuelas, casi siempre.     

Emanados de un mismo partido, por 93 años consiguieron uno tras otro impulsar diversas áreas de desarrollo de la entidad, considerada como una de las más pobres del país, pero con zonas de alto desarrollo socioeconómico y con una problemática compleja parecida a la de la gran metrópoli capitalina: contaminación e inseguridad, principalmente.

Abril de 2022 es ahora, una vez que las recientes reformas constitucionales han buscado empatar todos los procesos electorales, escenario de la que puede ser la última votación desfasada, para que en lo sucesivo puedan llevare a cabo todos los procesos electorales en una misma fecha de elección.

Tienen lugar, pues, cuatro campañas paralelas, de igual número de candidatos (una mujer y tres hombres) a la gubernatura de la entidad que tiene casi tres millones de habitantes y unos dos millones de electores.

Serán sesenta los días de proselitismo, antes de la elección, fechada el domingo 5 de junio de 2022. Es previsible que, dadas las tendencias, haya un relevo histórico: sea porque una mujer acceda por vez primera en toda la historia a la silla principal del Palacio de Gobierno en la Plaza Juárez o sea porque un partido diferente al PRI consiga desplazarle, también por primera ocasión en toda la historia.

Seguimos de cerca la marcha de los acontecimientos que un día se contarán en los libros.

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